Hace tiempo ya que las redes sociales se convirtieron en las reinas de las recomendaciones y las reseñas de productos como referencia para quienes desean realizar una compra. Ahora, además, amenazan con plantearle batalla a los medios de pago tradicionales. El pago social llega con fuerza, ¡agárrense que vienen curvas!
El Pago por Tweet (PPT) no es una modalidad totalmente nueva. Hace tiempo que sitios web como Paywithatweet ofrecen esta posibilidad a las empresas para promocionar sus productos y servicios, renunciando al pago material a cambio de una mayor viralidad y difusión en las redes sociales.
Bebidas, juegos y ¡hasta libros!
Nosotros mismos ya tuvimos la oportunidad de probarlo de primera mano en el Congreso Web, de la mano de Eboca Vending, que ofrecía bebidas a cambio de tuits. Como ellos, en los últimos tiempos parece estarse extendiendo de forma exponencial y cada vez son más las marcas y las iniciativas que se suman a esta nueva modalidad de pago social.
Audi, por ejemplo, lo utilizó como parte de su campaña Audi A1 Adrenaline en el mes de marzo, un juego que ocultaba un premio y que, para poder jugar más de una vez, requería de su difusión a través de Facebook o Twitter.
Y, en otras ocasiones, esta vertiente lúdica o de ocio da paso a otra más cultural, como la que propone Lektu, librería online que ofrece gran número de títulos, todos ellos sin protección anticopia, y varios de ellos disponibles “de forma gratuita” mediante pago social.
No es oro todo lo que reluce
Sin embargo, y aunque las ventajas del pago social parecen evidentes (mayor difusión, incremento del número de seguidores, poder del boca a boca…), hay que tener en cuenta también su lado negativo.
Por un lado, estamos “obligando” a los usuarios a tuitear sobre nuestra marca, en lugar de hacerlo voluntariamente, lo cual condiciona el mensaje transmitido y el tono empleado en su redacción. Por otro, esos otros usuarios de redes sociales que reciben esa comunicación indirectamente pueden sentirse invadidos en su espacio personal e, incluso, llegar a considerarlo como una forma de spam.
La clave, por tanto, está en analizar cada caso minuciosamente y decidir qué pesa más en nuestro caso: las ventajas o los inconvenientes.
Y tú, ¿qué opinas?
